10 de noviembre de 2015

La familia del Vurdalak (Aleksei Konstantinovich Tolstoi)



No, no vamos a hablar hoy de León Tolstoi autor de Guerra y Paz y Anna Karérina entre otras obras, sino de su primo Alexei (o Aleksei), once años mayor que él, y mucho menos reconocido por su legado póstumo.

Al parecer Alexei era buen lector de la literatura gótica publicada hasta la fecha (Walpole, Radcliffe, E.T.A Hoffmann, Mary Shelley, Maturin, etc). Si a ello sumamos que era un gran conocedor de la literatura eslava el cóctel para generar una de las primeras novelas de vampiros de todos los tiempos estaba servido.

La fuente de la que bebe Alexei es el volumen "Disertación sobre los redivivos en cuerpo, los excomulgados, los upiros o vampiros y los brucolacos" del Abad francés Agustín Calmet escrito en 1746, un auténtico tratado sobre vampirismo enfocado desde un punto de vista racional. Calmet recogió el testimonio de reputados testigos que podían aportar algo de luz en el asunto de los vampiros, eliminando cualquier brote de superstición o folkclore tradicional.

La bomba en forma de libro del clérigo Calmet estalló y con ella comienza la tradición de la literatura vampírica, no sólo de Alexei, sino de posteriores autores como Bram Stoker, Poe o Le Fanu.

El salto además es importante, porque la figura de upiro da mucho más juego que la del espectro errante, y marca el inicio de un estilo diferente donde la literatura de terror pierde esa inocencia y se topa de frente con un mal palpable mucho más poderoso y difícil de matar.

La familia del Vurdalak nos emplaza a una pequeña localidad Serbia en donde su patriarca Gorcha decide ir es busca de Alibek, un enemigo turco que asola la región. Antes de partir, Gorcha advierte a sus hijos que en caso de tardar más de diez días en regresar significaría que habría muerto, y entonces si aparecía por casa es que se había convertido en vampiro o vurdalak, y entonces sus hijos debían acabar con él a estacazo limpio (en el corazón se entiende).

Gorcha regresa justo a los diez días, cero horas, cero minutos, y su familia no sabe que hacer, si eliminarlo o seguir con la vida normal como si no hubiera pasado nada. Optan por continuar con su rutina habitual, una decisión que les acabará costando algo más que la vida.

Tolstoi se aleja del vampiro romántico condenado a vagar eternamente y nos presenta al Vurdalak, una criatura que mata a diestro y siniestro y chupa la sangre de sus víctimas, así, sin tapujos, un puntal de toda la literatura vampírica escrita con posterioridad, y con validez hasta nuestro días.

Nota: 7,5/10

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