29 de octubre de 2015

Tierra fría (Sarah Moss)


Puedo imaginar los veranos de una Sarah Moss adolescente en la isla de Orkney (las islas Orcadas en castellano, ubicadas al norte de Escocia); fascinada con las ruinas del asentamiento neolítico de Skara Brae. Esas piedras y esa tierra llena de historia marcó sin duda su afición a la arqueología, la cual decidió que sería su futura profesión.

No fue así, y Sarah Moss se convirtió en escritora, aunque su pasión por la arqueología queda patente en esta su primera novela "Tierra Fría".

Ambientada en Groenlandia, Tierra fría narra la historia de unos jóvenes arqueólogos que trabajan en un proyecto para desenterrar unos restos de un antiguo asentamiento nórdico datado en el siglo XIV. Al parecer durante la época medieval hubo un periodo de calentamiento global que hizo que habitantes de Islandia se aventuraran a poblar tierras en Groenlandia, y algo paso en el siglo XIV de repente para que abandonaran esas colonias.

Cada capítulo de la novela está narrado por cada uno de los expedicionarios, Nina, quizá la menos interesada en la arqueología de todos tiene unas extrañas revelaciones nocturnas, sueña con los antepasados que vivieron en el asentamiento, puede ver lo que les sucedió, e intuye la forma en cómo acabaron muriendo algunos y huyendo otros.

El resto de jóvenes son escépticos respecto a las visiones de Nina, sin embargo comienzan a ponerse nerviosos cuando leen las noticias a través de internet y se enteran que una pandemia se está extendiendo por las ciudades más importantes del planeta, al parecer un virus del que se desconoce su cura.

Los ánimos se empiezan a crispar cuando cae la conexión a internet y el teléfono vía satélite deja de funcionar. A este estado de nervios se añaden misteriosos ruidos nocturnos, movimiento de piedras extraños y la aparición de un fantasmal bote a la deriva que encalla en la playa junto al campamento.

El histerismo de Nina aumenta cuando en el yacimiento descubren varios esqueletos de los antiguos habitantes con señales de haber muerto de forma muy violenta. Todos desean volver, pero en el día señalado para regresar no llega el avión que los tiene que recoger. Sin noticias del exterior, sin víveres para sobrevivir, con los espectros del pasado revoloteando por el campamento, la situación llega a un punto de tensión insostenible. 

El final, como siempre lo tendrá que descubrir el lector. A mí, personalmente, me ha dejado igual de frío que el título, hasta el punto que no tengo claro si han muerto o no.

Nota: 5,5/10

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