14 de septiembre de 2015

Manuscrito encontrado en Zaragoza (Jan Potocki)



Una auténtica rareza encontrada en las profundidades y orígenes del terror sobrenatural. Así podríamos definir a "Manuscrito encontrado en Zaragoza" del escritor polaco Jan Potocki, que gestó un Quijote del horror fechado en el año 1804.

El Conde Jan  Potocki, científico, historiador y novelista, y sobre todo gran viajero, conocía bien España, y supo aunar en un enclave singular como es la Sierra Morena varios temas candentes de la época, entre ellos, la superstición de sus gentes, la peligrosidad de la zona donde los caminos estaban infestados de bandoleros, y el trasfondo ideológico que quedó en la península ibérica tras el paso de los árabes por ella.

El libro se divide temporalmente en 66 jornadas, de las cuales la primera parte abarca 14,  afortunadamente es la parte donde se concentra la dosis de terror sobrenatural, y está ambientado en la España de 1715 (casi 100 años antes de su redacción).

La historia es presentada por un oficial del ejército francés, el cual tras la batalla del Sitio de Zaragoza (1808), vagando por tierras aragonesas encuentra en una casa un viejo manuscrito que narra la historia de Alfonso Van Worden, oficial de la Guardia Valona. Es de suponer que Potocki utiliza este recurso para introducir su historia, y poco probable que fuera el propio Potocki quien encontrara ese manuscrito del que habla, sin embargo al parecer en la versión original este capítulo con la presentación inicial no existía, lo cual puede dar pie a especulaciones sobre la autoría de la obra.

Alfonso se encuentra en Andújar, y es reclamado por el Rey para presentarse en Madrid y ser nombrado Capitán de la guardia Valona. Varias personas le aconsejan sobre la ruta más segura a seguir, pero él como buen militar que no debe temer a nada se empeña en ir por la más rápida, aunque sea a costa de su seguridad.

En la primera jornada de camino pasa por delante de la Horca de los Hermanos Soto, un patíbulo colocado en medio de la nada Alpujarreña para disuadir a ladrones y maleantes ante la escabrosa visión de dos tipos fuera de la ley colgados por la justicia. Este punto geográfico es esencial en la narración, ya que de una forma u otra el protagonista acaba reapareciendo en él varias veces como si del día de la marmota se tratara.

Alfonso acaba la primera jornada en Venta Quemada, un lugar donde las cosas puede que no sean lo que parecen. Allí se le aparecen Emina y Zebedea, dos angelicales jóvenes con tendencias lésbicas y ganas de divertirse a costa del joven oficial francés. La noche le confunde y por la mañana despierta bajo la horca de los hermanos Soto, tiene que reandar el camino deshecho y encuentra refugio en una pequeña ermita habitada por el ermitaño y por Pacheco, que parece por sus rasgos faciales estar endemoniado o bien haber sufrido un ictus grave. El mismo Pacheco será el encargado de contar su propia historia sobrenatural.

Allí en la ermita discurren las jornadas 2 y 3, y al calor de un buen fuego se narran la Historia de Trivulzio de Ravena y la Historia de Landolfo de Ferrara, todas estas interrupciones en la trama principal que en un principio pueden parecer inconexas al lector, al final narran sucesos sobrenaturales que enlazan entre ellos y cuyos protagonistas a veces también son compartidos por el hilo conductor de la novela.

Al cuarto día aparece la Santa Inquisición en la Ermita y detiene a Alfonso, no se sabe muy bien bajo que acusaciones, pero ya sabemos que la Inquisición Española primero quemaba y después preguntaba. El oficial no opone resistencia alguna y es encarcelado en un castillo cercano, allí es interrogado por un inquisidor un tanto gore y con pocas ganas de hacer amigos:

"te pondremos estas otras que son mucho más gruesas. Al primer golpe, se te romperán las rodillas  y los tobillos. Al segundo, se te rajarán las piernas en toda su longitud. De ellas saldrá médula y goteará sobre esta paja, mezclada con tu sangre, ¿ No quieres hablar ?..."
(Cita de Manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki)

Afortunadamente Alfonso es salvado in extremis por unos gitanos que lo llevan hasta las ruinas de una ciudad abandonada, donde se halla un misterioso pozo que alberga en su interior un Palacio, al parecer construido por primitivos Alpujarreños, en una gruta con abundante mineral de oro en sus rocas. 

Aquí va una pista de dónde se sitúa la acción, he tenido que echar mano de mapas del siglo XVIII, ya que en los actuales ni los nombres de los pueblos, ni siquiera el cauce de los ríos concuerda (lo que nos gusta hacer pantanos a los españoles). Andújar está clara su ubicación, la parada en Encinas Verdes o Los Alcornoques bien podría ser el actual pueblo de Baños de la Encina que no existía aún en este mapa. Venta Quemada aparece en la cartografía de la época pero no en la actual, donde lo más parecido por la zona es un pueblo llamado AldeaQuemada, que aunque está cerca no coincide con la posición de VentaQuemada.


Hay que indicar que en la fecha en que el autor enmarca la trama no existía el paso de Sierra Morena a través de Despeñaperros, de hecho Potocki al comenzar el libro da algunas pistas de la repoblación de esta zona y de la apertura de nuevos caminos reales.

Puede ser divertido para el lector averiguar el paradero de esta ciudad subterránea con oro y de la horca de los Hermanos Soto, ya que todos los enclaves que da Potocki están geográficamente bastante bien orientados, dejamos esta investigación para los lectores más curiosos y seguimos con la novela.

En ese palacio subterráneo transcurren las jornadas 5, 6 y 7, donde Soto (sí uno de los hermanos Soto muertos en la horca) cuenta su propia historia que transcurre entre Napolitanos y gitanos en las laderas del volcán Etna. (Potocki zarandéa al lector constantemente de un lugar a otro, al principio puede molestar un poco, pero al final todo tiene una explicación).

Jornada 8, Alfonso despierta bajo la horca de nuevo (a éste paso el lector ya supone que Alfonso no llegará a Madrid en la vida), vuelve a la ermita con la compañía de un Cabalista que también había despertado bajo la horca, y ambos escuchan el relato del desfigurado Pacheco.

En el día 9, estando en la ermita reciben la visita del Judío Errante que le predice a Alfonso que pronto va a recibir una carta muy importante. El cabalista, ya amigo de Alfonso, le dice que no se apure, que aunque no tenga correo electrónico él puede hacer aparecer su carta delante suyo por arte de magia, y así sucede, y así es como Alfonso se entera que el Rey le ha ordenado quedarse 3 meses más donde esté (cosa que a Alfonso no le viene nada mal con su viaje tipo boomerang que no le está dejando avanzar mucho).

Las jornadas 10 y 11 transcurren en el Castillo del Cabalista, allí Alfonso lee de la biblioteca del castillo algunas historias curiosas: Historia de Thibaud de la Jacquiere que a su vez contiene la Historia de la graciosa muchacha del Castillo de Sombre, que no era graciosa ni era muchacha, sino el mismo Belcebú.

En la Historia de Menipo de Licia de nuevo trata de una muchacha que embauca a Menipo, al parecer se trataba de una Lamia, Larva o Empusa, cuyas costumbres consisten en devorar a sus amantes y beber su sangre. También se narra la historia de fantasmas y aparecidos del filósofo Atenágoras y Potocki muy cachondo él nos explica la diferencia entre un vampiro Polaco y un vampiro Español (y no es un chiste).

Durante la jornada 12 y 13 Alfonso se enrola en una caravana de gitanos, que a su vez le narran tres historias de endemoniados, esqueletos que cobran vida y autómatas aparecidos (Pandesona, Romati y la princesa de Salerno)

En la última jornada Alfonso como no podía ser de otra manera regresa a la horca de los hermanos Soto y la primera parte se corta aquí de forma abrupta, suponemos que Potocki tuvo que dejar pausada la obra por alguna razón de peso.

Manuscrito encontrado en Zaragoza a buen seguro no será lectura placentera para los que busquen terror en estado puro, lo que al parecer impresionaba a las gentes del siglo XVIII hoy en día no conmovería el ánimo de un niño pequeño, pero no nos paremos en esa evaluación tan superficial, al fin y al cabo el terror se nutre de fantasmas, apariciones, demonios, vampiros, tanto ahora como entonces, y las luchas entre el bien y el mal están ahí, siempre en el mismo lugar.

Bajo la horca de los hermanos Soto.

Nota: 7/10