20 de agosto de 2015

El hombre de arena (E.T.A Hoffmann)


E.T.W Hoffmann (la W de Wilhmelm) adoptó el nombre de E.T.A Hoffmann (la A de Amadeus) en honor a su idolatrado compositor Amadeus, que digo yo, podía haber escogido Wolfgang y no hubiera tenido que cambiar nada. Para poner esto en contexto, hay que aclarar que entre el músico y el escritor sólo hay veinte años de diferencia, y que estamos hablando de finales del siglo XVIII.

Sea como fuere, en la tumba del autor está cincelado en marmol E.T.W Hoffmann 1776-1822 ... excelente en su oficio, como poeta, músico y pintor. Hemos de suponer que su oficio era escritor, que a la postre ha sido lo que ha dejado huella en la historia.

Que Hoffmann ha sido de gran influencia en escritores posteriores como Edgar Allan Poe ya ofrece cierta garantía de calidad.

El autor se adentró dentro del género del horror (siempre contextualizado en la época del romanticismo que le tocó vivir), a través de relatos cortos, como el que hoy traemos aquí. Sus obras combinan lo sobrenatural  con lo grotesco, y siempre están aderezadas con un impactante realismo psicológico. Tanta psicología tienen que el mismo Freud intentó darles su particular interpretación.

En "El hombre de Arena", el autor modela un personaje del folclore popular celta (Sandman o el hombre de arena), que según la leyenda visita cada noche las personas que duermen para esparcir arena mágica en sus ojos y hacerles soñar.

En el relato de Hoffmann, la versión de Sandman es menos edulcorada, y le recuerda a Nathaniel, el protagonista del relato algún terror infantil. Así es como su nodriza se lo describe:

"¿ no lo sabes ? Es un hombre malo que viene a buscar a los niños cuando no quieren irse a la cama y les arroja un puñado de arena a los ojos haciéndoles llorar sangre. Luego los mete en un saco y se los lleva a la luna creciente para divertir a sus hijos, que esperan en el nido y tienen picos encorvados como las lechuzas para comerles los ojos a picotazos."
(Cita de El hombre de arena de E.T.A Hoffmann)

Tanto interioriza Nathaniel sus miedos, que cree que Coppelius, el abogado familiar, es el hombre de arena, (dos siglos atrás ya tenían miedo ancestral a los abogados), ya que se presenta todas las noches, y al parecer es de un aspecto bastante repugnante. Una de las noches el joven Nathaniel cree ver a Coppelius matando a su padre, y a partir de entonces entra en una espiral de paranoia y sospecha que Coppelius lo persigue a él también.

Clara, la amada de Nathaniel, representa su papel de persona con los pies en la tierra, muy reflexiva, intenta quitar de la cabeza todas las paranoias de Nathaniel.

Años más tarde Nathaniel conoce a Coppola, un vendedor de lentes de óptica que le recuerda sospechosamente a Coppelius, al cual le compra unos prismáticos mediante los cuales puede observar de lejos a Olimpia, la hija de su profesor. Sin embargo los acontecimientos toman un giro inesperado cuando Spalanzani, el profesor de Nathaniel le presenta a su hija Olimpia. El joven queda automáticamente prendado de la chica, y su enamoramiento es tal que hace caso omiso a los comentarios de sus amigos:

"Su canto, su interpretación musical tiene ese ritmo regular e incómodo que recuerda el funcionamiento de una máquina, y pasa lo mismo cuando baila. Olimpia nos resulta muy inquietante, no queremos tener nada que ver con ella, porque nos parece que se comporta como un ser viviente pero que pertenece a una naturaleza distinta."
(Cita de El hombre de arena de E.T.A Hoffmann)

Al final Nathaniel descubre un horrible secreto sobre Olimpia, algo que lo hace volverse completamente loco, pero no desvelaremos aquí el secreto, ese caramelo dejaremos que lo desenvuelva el propio lector.

Según un sesudo análisis de Freud, el relato del hombre de arena que se lleva los ojos de los niños que se portan mal no es más que un temor al fenómeno de la castración. El mal, no necesariamente tiene que reflejarse con asesinatos, sangre, seres monstruosos, etc., lo siniestro o terrorífico se nutre de los miedos y fantasías del ser humano. Lo siniestro o malévolo según el estudio preliminar del hombre de arena se vislumbra cuando lo cotidiano, familiar o doméstico se torna en siniestro.

La verdad es que no soy para nada devoto de las ideas de Freud, pero en este caso acierta de lleno con la afirmación de que el terror se nutre de nuestro miedos y fantasías. Lo de la castración, pues ya cada cual que piense lo que quiera.

El caso es que Hoffmann reinterpreta una antigua superchería de viejos, como es el hombre de arena, pero también introduce elementos muy novedosos para la época, los autómatas, la inteligencia artificial y la clonación humana, upsss, creo que ya he contado más de lo que quería.

Nota: 7,5/10